Consiste en obtener un fragmento de piel de tamaño variable (desde 3 milímetros
a pocos centímetros) de una lesión o erupción cutánea con el objetivo de
establecer o confirmar su diagnóstico.
La fácil accesibilidad de la piel, la rapidez en
la realización de las biopsias y les escasísimas complicaciones justifican el hecho
de que la práctica de biopsias cutáneas sea una práctica rutinaria en
Dermatología.